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Desempleo en Colombia: una escalada histórica que demanda medidas audaces

Que el desempleo seguiría subiendo en Colombia como consecuencia de la emergencia derivada por la pandemia del Covid-19 era una noticia predecible. Sin embargo, las cifras reveladas por el DANE el 30 de junio, que dan cuenta de un desempleo del 21,4 por ciento –la tasa más alta en términos mensuales de lo que va corrido del siglo– resulta alarmante. Estamos hablando de la pérdida del ingreso de cinco millones de colombianos, y de serias repercusiones macroeconómicas que se sentirán por años.

El panorama es el siguiente: en abril, muchos colombianos quedaron desempleados y, por cuenta de la cuarentena, no pudieron buscar trabajo, lo cual hizo que técnicamente no se clasificaran como desempleados. En ese mes, el país registró una cifra de desempleo de 19,8 por ciento. En mayo, segundo mes del confinamiento, más personas salieron a buscar empleo; no todos lo encontraron. De ahí el aumento en la cifra.


El comportamiento de la tasa de ocupación (el porcentaje de las personas en edad de trabajar que trabajan o están buscando trabajo), aunque aumentó, tampoco resulta alentador. En febrero, el último mes sin pandemia, el 56,6 por ciento de la población en edad de trabajar lo estaba haciendo. Actualmente la tasa se ubica en 43,7 por ciento –un poco más de lo observado en abril, cuando fue de 41,3 por ciento–, bastante por debajo de los datos previos al nuevo coronavirus.

Las cifras son impactantes: en mayo había 17 millones 361 mil personas trabajando en Colombia, en contraste con 22 millones 456 mil personas que había en febrero. Esto quiere decir que durante la pandemia se han perdido más de 5 millones de puestos de trabajo.

Dicho de otra forma: casi uno de cada cuatro empleos del país se ha perdido. El costo y el tiempo que tomará recuperarlos será mucho mayor que el que se hubiera podido invertir para evitar su pérdida a través de subsidios a la nómina.

Utilizar parte de los fondos destinados a la atención de la emergencia para dar subsidios a la nómina y cubrir parte de los costos operacionales de las empresas habría sido el camino ideal.

La decisión del Gobierno de otorgar préstamos a las empresas ha demostrado un bajo nivel de efectividad. En momentos en los que las empresas no están vendiendo, endeudarse para contratar trabajadores –o no afectar su planta de personal– no parece ser la decisión más sensata en términos financieros. La consecuencia natural es la pérdida de empleo, un fenómeno especialmente evidente en las pymes.

Como lo explicamos en nuestro informe sobre el gasto del gobierno para la pandemia, buena parte del paquete de ayuda anunciado por el Ejecutivo corresponde a garantías de crédito. Estas, aunque útiles en otros escenarios, no son ideales a la hora de proteger el empleo.

Anualmente, los trabajadores colombianos (formales e informales) tienen un total de ingresos de 350 billones de pesos, a razón de 29 billones mensuales, en promedio. Si se parte de la base de que la pandemia ha acabado con el 22 por ciento de los empleos del país, se habrían requerido alrededor de 6,4 billones de pesos mensuales en apoyo durante estos meses para evitar que desaparecieran los trabajos y los ingresos de estas familias. Y, pese a que el Fondo de Mitigación de Emergencias (FOME) creado para responder a la emergencia cuenta con 25,5 billones de pesos, el Gobierno confirmó el viernes pasado en su Marco Fiscal de Mediano Plazo las cifras reportadas en nuestro informe del 21 de junio: a la fecha, no se han ejecutado más de 4,7 billones en el marco de la emergencia, y los planes que se tienen para el monto no invertido son opacos y poco detallados.

La viabilidad de inyectar montos de esta magnitud debe, por supuesto, compaginarse con medidas de gradual desescalamiento de la cuarentena y la reactivación de sectores importantes de la economía.

Lo cierto es que la ausencia de medidas centradas en la protección del empleo está mostrando consecuencias. Corregir el rumbo y hacer frente a las consecuencias tomará un tiempo. Lamentablemente, ya es demasiado tarde para proteger los empleos que se han perdido, y la recuperación será más lenta que segura.

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