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Un marco fiscal que plantea dudas a mediano (y largo) plazo

La presentación, el pasado 26 de junio, del Marco Fiscal de Mediano Plazo –que se supone debe constituir la hoja de ruta en materia de gasto público y destinación de recursos– dejó más preguntas que respuestas en momentos en los que la economía y la opinión pública, por cuenta de la emergencia sanitaria, demandan mensajes claros y contundentes sobre los pasos a seguir en materia macroeconómica.

Las cifras incluidas en el documento demuestran que, infortunadamente para los ciudadanos, no son infundados los hallazgos y críticas al nivel de transparencia con el que el Gobierno nacional ha informado sobre los montos y la destinación del gasto orientado a atender las consecuencias de la pandemia del Covid-19.

La presentación de Minhacienda dio cuenta de que el gasto adicional requerido este año por cuenta de la emergencia será del 2,7 por ciento del PIB –unos 27 billones de pesos más de lo planeado inicialmente–, dejando en claro que la cifra de 117,1 billones de pesos (11,04 por ciento del PIB) que se le ha contado al país a través de los medios de comunicación bien podría más bien denominarse como “contabilidad creativa”.

Y es que el MFMP no da cuentas detalladas sobre los planes para gastar los recursos que se ha previsto disponer, en una distribución peso por peso –programa por programa–, y no billón por billón.

El documento permite determinar que, en efecto, como lo advirtió un informe del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, el gasto en pandemia no ha superado los 5 billones de pesos. No son todavía claras las razones por las que el gasto ha sido tan pequeño en momentos en los que la economía ha sufrido uno de sus mayores golpes en décadas, con serias consecuencias para el tejido empresarial y condiciones que permiten prever una recuperación larga y compleja.

Por otra parte, el ministerio de Hacienda pronosticó una caída del 5,5 por ciento en el producto interno bruto en 2020 –una cifra considerable y un cálculo optimista, pues requeriría una recuperación extremadamente rápida –. Además de esto, y por cuenta del reajuste de las perspectivas de crecimiento del Fondo Monetario Internacional para Colombia, cálculos de este orden parecen ir por un camino distinto a la percepción que el mundo tiene sobre la realidad macroeconómica de nuestro país.

Otro de los elementos que levanta interrogantes en materia política y económica es el de la necesidad de una nueva reforma tributaria. Desde antes, aun sin pandemia, era evidente que la más reciente reforma –paradójicamente conocida como ley de crecimiento– generó, por cuenta del recorte de impuestos a las empresas, un déficit que hay que corregir.

A medida que Colombia se acerca al pico de la pandemia, la opinión pública demanda una mayor transparencia en la información sobre el uso y la destinación que se le están dando a recursos que son de todos.

Dicha información, que debe dar luces hacia un marco de mediano plazo ­–el más complejo en décadas– se está quedando en pocas manos.

La información es poder. Y aun más en tiempos de emergencia y natural confusión e incertidumbre como los que atraviesan Colombia y el mundo, esta información parece reposar en muy pocas manos.

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