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Midiendo el pulso social de la pandemia: del ímpetu al pesimismo

¿Cómo van la reactivación y la recuperación económica? La respuesta –como pasa a menudo en la vida– parece depende de a quién se le pregunte. El pasado 6 de octubre, por ejemplo, durante una cumbre con los gobernadores del país, el presidente de la República aseguró que la reactivación “marcha con ímpetu”.

Las previsiones de analistas nacionales e internacionales respaldan el optimismo del Gobierno nacional. La compañía de inversión JP Morgan elevó en septiembre pasado su proyección de crecimiento económico para Colombia: la previsión es que la economía nacional crecerá un 9 por ciento en 2021.


Esta será, sin duda, una cifra relevante. Sin embargo, no debe dejarse de lado que parte de este crecimiento obedecerá a una suerte de efecto rebote, en donde a un año de profunda contracción económica –como la que se observó en 2020– le sigue otro de importante despegue. Esto podría explicar por qué, después de un año de crecimiento al 9 por ciento, JP Morgan estima que el crecimiento en 2022 rondará los 4 puntos porcentuales.


Rebote o no, el mayor reto en materia de política pública consiste en traducir el “ímpetu” de la reactivación y las cifras positivas en bienestar para todas las personas –con especial énfasis en quienes más lo necesitan–. Ese debe ser el principal objetivo de la reactivación económica en el periodo pospandemia.


Tener un panorama que diese cuenta de la complejidad de la situación que viven millones de familias en todo el país se hizo difícil durante los meses más duros de la pandemia. Sin embargo, cada vez va quedando más clara la magnitud del reto que tienen el Estado colombiano y sus instituciones.


La Encuesta Pulso Social, realizada por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) se ha convertido en una herramienta muy útil para hacer seguimiento a la percepción ciudadana respecto al panorama actual en materia económica, y a la situación que se vive al interior de los hogares.


Realizada con el con el apoyo técnico del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Encuesta Pulso Social entrega información relacionada con temas como confianza del consumidor, redes de apoyo en los hogares, violencia y mercado laboral, entre otros. La investigación cubre 23 ciudades capitales de departamento y áreas metropolitanas.


Decíamos al inicio que cada persona habla de la recuperación económica según la vive. Los resultados de la nueva edición de Pulso Social –correspondientes a septiembre de 2021– ilustran esta consideración. Para el 39,9 por ciento de las personas jefes de hogar, la situación económica en sus casas fue peor que la vivida en septiembre de 2020. Para el 43,6 fue igual. Entre tanto, el 41,6 por ciento cree que la situación seguirá igual dentro de un año, mientras que el 34,5 consideró que será mejor.


Durante los últimos años se ha popularizado la línea de análisis que indica que las personas tienden a evaluar positivamente su situación mientras que ven con pesimismo el panorama del país –algo por el estilo de la célebre frase de Fabio Echeverri, quien dijo en los años noventa que “la economía va bien, pero el país va mal”–.


Sin embargo, un hallazgo de esta edición de Pulso Social da cuenta de la complejidad del escenario actual: el 64 por ciento de las personas jefes de hogar dijo que en septiembre de 2021 no tuvo “mayores posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos, etc.”, en comparación con la situación económica de septiembre de 2020. Por su parte, el 31,9 por ciento aseguró tener las mismas posibilidades, mientras que solo el 4,1 estimó que sí tenía mayores posibilidades de hacer compras de esta naturaleza.


La encuesta, que también indaga sobre las redes de cuidado, entrega datos interesantes en este sentido. Comparando la dinámica derivada de la ‘nueva normalidad’ con la rutina que existía antes de la pandemia, el 47,9 por ciento de las personas aseguró que no se sentía sobrecargado con tareas laborales, mientras que el 39,7 por ciento aseguró que no realizaba estas tareas o que no tenía empleo.


Con respecto a las tareas domésticas, el 79,7 por ciento dijo que no sentía una sobrecarga, en comparación con el 15,3 que sí dijo sentirla.


Con relación al plano emocional, los datos señalan que durante la semana previa a la encuesta –que se realizó entre la primera semana de septiembre y la primera de octubre–, el 33,8 por ciento de las personas consultadas sintió preocupación. El 19 por ciento sintió cansancio, el 15,4 dificultades para dormir, y el 12,9 tristeza.


Se trata de hallazgos relevantes que dan cuenta de un panorama que supera las cifras de crecimiento, las cuales son indicativas de un escenario general, pero no permiten observar las complejidades de la cotidianidad que viven las personas.


Garantizar que los beneficios del crecimiento y la reactivación lleguen a las personas que más lo necesitan es, pues, una prioridad. Hablamos del diario vivir de millones de ciudadanos. No debe, sin embargo, dejarse de lado el significativo impacto que las condiciones actuales y las consecuencias derivadas de la pandemia han tenido a nivel emocional.


El Gobierno nacional ha puesto la reactivación económica y la continuidad de los programas sociales creados o fortalecidos durante la pandemia en el centro de su estrategia pasada y presente para brindar bienestar a los colombianos más pobres. La nueva reforma tributaria y el Presupuesto General de la Nación para 2022 son una prueba de ello. Herramientas como Pulso Social constituyen una ventana útil para determinar tanto su impacto en términos económicos como en la percepción ciudadana –siendo la una tan importante como la otra–.

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