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Lo que Biden puede enseñarnos sobre justicia tributaria

Actualizado: 31 may 2021

Durante la primera mitad de la década de los 2000 –sobre todo después de las reformas tributarias impulsadas por la administración de George W. Bush en 2001 y 2003– se popularizó en Estados Unidos el término one-percenter para referirse al 1% de las personas más ricas del país, beneficiadas en ese momento con esquemas bastante benévolos en cuanto a sus obligaciones con el fisco.

La idea que impulsa estas reformas es la convicción de que cuando los grandes capitales pagan menos impuestos tienen la posibilidad de contribuir a la generación de empleo y a la buena salud de la economía. Esta visión no es exclusiva de los Estados Unidos. En Colombia, por ejemplo, este argumento sirvió para que en la reforma tributaria de 2018 (tramitada de nuevo al año siguiente debido a vicios de forma que dejaron sin validez el primer proyecto) se les concedieran a grandes empresas del país gabelas por más de 9 billones de pesos. Parte del hueco fiscal que busca tapar la nueva reforma tributaria lo abrieron esos beneficios tributarios.


Pero volvamos al cuento inicial. La pandemia, está de más decirlo, cambió las prioridades de política pública y está abriendo ventanas de oportunidad para avanzar en cambios normativos que en condiciones normales sería más difícil sacar adelante. Uno de esos podría tener lugar en el esquema tributario estadounidense, por cuenta de significativos aumentos en los impuestos al capital.


La idea de la administración de Joe Biden es ambiciosa: llevar la tasa impositiva sobre las ganancias de capital al 39,6% para las personas que ganen 1 millón de dólares o más. En caso de salir adelante, esta propuesta pondría fin al esquema en el que los rendimientos de las inversiones tributan menos que los ingresos salariales.


La idea, pues, es que los dividendos y las ganancias ocasionales –o capital gains– tributen a tasas iguales que los ingresos salariales. Esto es, que quienes ‘viven de la renta’ paguen la misma proporción de impuestos que quienes viven de sus sueldos –cosa que no pasa hoy–.


La experiencia estadounidense resulta especialmente relevante en el contexto colombiano, en donde la nueva reforma tributaria plantea una oportunidad estupenda para equilibrar la cancha en materia tributaria, introduciendo medidas más progresivas en nuestro esquema tributario. La progresividad implica que quienes tienen más paguen un porcentaje mayor en función de sus ingresos. Este principio es –junto con la equidad y la eficiencia– uno de los principios del sistema tributario colombiano, según la Constitución Política de 1991.


¿Qué tan posible es replicar en Colombia lo que se quiere hacer en Estados Unidos? Ciertamente, es muy posible. Veamos por qué.


Cada vez que se habla de reformas tributarias, la mayoría de los políticos agita las banderas de poner a los ricos a pagar más impuestos. Lo curioso es que al final se les terminan subiendo los impuestos a algunos tipos de ingreso, mientras que otros se dejan quietos.


Una de las propuestas que más se repite es la de subirles los impuestos a los dividendos. Tiene sentido, ¿no? Al fin y al cabo se está gravando el ingreso de quienes reciben ingresos por sus rentas. Sin embargo, aunque tiene sentido sobre el papel, la evidencia ha demostrado que esta es una fuente de ingreso bastante pequeña para las personas más ricas del país.


La comisión de expertos tributarios internacionales convocada por el Gobierno nacional, –cuyo informe analizamos aquí– encontró que son las ganancias ocasionales las que concentran una tajada importante de las ganancias.


¿Cómo ocurre esto? Las empresas, en vez de repartirles dividendos a sus accionistas, les compran las acciones. En la práctica es lo mismo: les reparten dinero a sus dueños. El detalle es que la maniobra de compra paga menos impuestos que la repartición de dividendos.


De esta forma los one-percenters colombianos terminan recibiendo ingresos no sólo ni principalmente a través de dividendos, sino también mediante ganancias ocasionales. Si quieren conocer los diferentes tipos de renta que contempla el sistema tributario colombiano, los invitamos a revisar este texto que escribimos al respecto.


Como lo evidencian las cifras del Banco Mundial, la preocupación por avanzar en reformas más progresivas, que pongan el énfasis tributario sobre los bolsillos correctos, es una preocupación que no es exclusiva solo de Estados Unidos o de Colombia.

La nueva reforma tributaria plantea la oportunidad de aumentar los impuestos al capital en el país. Esto no significa poner más carga tributaria sobre las empresas –que serán fundamentales para la generación de empleo y la recuperación de la economía–. Por el contrario, el énfasis debería estar en un aumento de impuestos que pagan las personas naturales que, por su nivel de ingresos, hacen parte no solo del 1% más rico de los colombianos, sino también del 0,1%; 0,01% y el 0,001%.

Si, como suele decirse, cada crisis es una oportunidad, vale la pena aprovechar el camino que plantean las circunstancias actuales. Más recaudo y mayor justicia tributaria: no suena nada mal.

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