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La pobreza monetaria ya estaba aumentando desde antes de la pandemia

La pandemia es y será la principal causa de muchas de las decisiones difíciles que tendrán que tomarse en materia de política pública en el país durante los próximos años. Sin embargo, como hemos señalado, el argumento a la hora de explicar reformas, decisiones de gasto, nuevas prioridades en la agenda y dinámicas sociales que afectan a sectores amplios de la población, la explicación no puede quedar reducida a que todo es culpa del coronavirus.

Un ejemplo de esto son las cifras sobre pobreza monetaria y multidimensional en el país, reveladas esta semana por el DANE. Se trata de cifras que plantean un panorama muy preocupante sobre la realidad que están viviendo cientos de miles de colombianos. Son, además, cifras que corresponden a 2019. No son, pues, culpa del coronavirus.


Veamos algunos de los datos más importantes presentados por el DANE. En 2019, la pobreza monetaria fue 35,7%, un punto porcentual por encima de la registrada en 2018, cuando se ubicó en el 34,7%. La pobreza monetaria extrema también aumentó, al pasar de 8,2% en 2018 a 9,6% en 2019.


Estas cifras son más que fríos porcentajes. De acuerdo con la información del DANE, los datos reflejan que entre 2018 y 2019, 662.000 personas entraron a la pobreza monetaria, mientras que 729.000 personas lo hicieron a la pobreza monetaria extrema.


Los datos entregados por el DANE –construidos a partir de una actualización metodológica en la medición–, incluyen también estimaciones sobre cómo está el país en materia de pobreza multidimensional. Las mediciones para 2019 dan cuenta de un avance en esta materia. Mientras que en 2018 la pobreza multidimensional se ubicó en 19,1%, en 2019 fue de 17,5%.


Adicionalmente se conoció cómo va el país en el coeficiente de Gini. Este es el método más utilizado para medir la desigualdad del ingreso, y es empleado a menudo para analizar cómo varían los ingresos de una población en el tiempo, así como para comparar las condiciones de desigualdad entre países. Al momento de leer sus resultados, un coeficiente de Gini de 0 indica máxima igualdad en la distribución salarial –algo como ‘todos tienen los mismos ingresos’–, mientras que 1 representa máxima desigualdad –o ‘un solo individuo o pocos individuos tienen todos los ingresos’–.


Consideraciones teóricas aparte, el DANE informó que en 2019 el coeficiente de Gini a nivel nacional fue 0,526, una cifra ligeramente más alta que la de 2018, cuando fue 0,517.

En cuanto a las cabeceras municipales, en 2019 fue de 0,505, en contraste con 2018, cuando fue de 0,497. Y en los centros poblados y zonas rurales dispersas, el Gini fue 0,456 en 2019 –en 2018 había sido 0,446–.


A partir de estas cifras, ¿cuál es el panorama que le espera al país en materia de lucha contra la pobreza? El año pasado, en el marco de la discusión legislativa sobre el Plan Nacional de Desarrollo, el presidente de la República aseguró que el objetivo de su administración era sacar a un millón y medio de personas de la pobreza extrema.


Claramente –y de forma más que entendible– estas prioridades han cambiado por cuenta del panorama que ha planteado 2020. Es indispensable que estas se debatan en una conversación pública que es necesario tener cuanto antes. No solo estamos hablando de la calidad de vida –y de la supervivencia misma– de cientos de miles de personas, sino también de la necesidad de tener claras cuáles son las prioridades y las acciones previstas desde el Gobierno nacional de cara a un problema más que urgente.


Se trata de una conversación también relevante para que los ciudadanos puedan tener claro qué responsabilidades corresponden a qué acciones tomadas (o no) antes, durante y después de la pandemia –sobre todo en momentos en que algunas acciones y reformas planeadas desde antes de la pandemia se quieren sacar adelante acogiéndose a la narrativa de “la culpa es del coronavirus”.

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