A medida que se avanza en la reactivación gradual de sectores estratégicos de la economía –como en el caso de los vuelos internacionales– y se siguen cuantificando las graves consecuencias que han tenido la pandemia y las medidas todavía en marcha para contenerla en renglones como el comercio, vale la pena volver a darle una mirada a lo que ocurre en los hogares colombianos.
Las consecuencias de las cuarentenas y del aislamiento preventivo y por sectores se perciben en el ámbito público con impactos tan evidentes como el cierre de comercios y restaurantes, la suspensión de espectáculos y las restricciones –voluntarias o impuestas– de la movilidad de personas. Lo que ocurre de puertas para adentro es más difícil de ver, pero no por ello menos grave. El desempleo y la afectación de la capacidad adquisitiva han tenido como consecuencia el deterioro de las relaciones personales, afectaciones en los estados de ánimo y, lo que es peor, hambre.
Conviene, pues, analizar los hallazgos de ejercicios valiosos como los que viene realizando el Departamento Nacional de Estadística (DANE), particularmente la Encuesta Pulso Social. Realizada en 9.866 hogares de 23 ciudades capitales y sus áreas metropolitanas, esta se concentró en cinco ejes: confianza del consumidor; bienestar subjetivo; redes de apoyo de los hogares; bienestar de los hogares que cuentan con niños, niñas y adolescentes; y conocimiento y acceso a las políticas nacionales y locales de apoyo a los hogares.
La encuesta –que contó con el apoyo técnico del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y se llevó a cabo del 13 de julio al 9 de agosto– encontró, por ejemplo, que para el 73,1 por ciento de los y las jefes de hogar, la situación económica de su hogar empeoró con respecto a julio de 2019. El 85,9 por ciento de los hogares indicó que hoy no tiene mejores posibilidades de comprar ropa, alimentos y vestuario frente a las que tenía en julio de 2019, mientras que el 91,3 por ciento señaló que actualmente no tiene mejores posibilidades de comprar muebles o electrodomésticos.
Los resultados también arrojan cifras interesantes respecto a las posibilidades y perspectivas de ahorro. En la actualidad, 64,1 por ciento de los encuestados no podía ahorrar alguna parte de sus ingresos, frente a un 8,2 por ciento que sí podía hacerlo –lo llamativo y preocupante es que 27,6 por ciento dijo que actualmente no tiene ingresos–.
Precisamente en julio pasado, un informe del Observatorio Fiscal detalló cómo el ahorro es un lujo que casi la mitad de los hogares colombianos no puede darse. El estudio de los datos contenidos en la Encuesta nacional de presupuestos de los hogares (ENPH), presentada por el DANE en 2018, evidenció que, mientras que al 20 por ciento de los hogares del país les toma 41 días o menos ahorrar lo necesario para los gastos de un mes, el 30 por ciento puede hacerlo entre 41 y 480 días. Entre tanto, un 5 por ciento puede ahorrar tan poco, que reunir este dinero le toma más de 480 días. A su vez, el 45 por ciento restante sencillamente no puede ahorrar, pues tiene más gastos que ingresos. El informe también señaló que el ahorro es aún más difícil para hogares con hijos y para aquellos con mujeres como cabeza de la familia.
Por su parte, las perspectivas a futuro son variadas: el 32,8 por ciento estima que las cosas estarán peor en su hogar en julio de 2021, mientras que el 32,2 por ciento cree que estarán mejor. En cuanto a la situación económica del país el próximo año, en comparación con la actual, 50,5 por ciento cree que estarán peor, y el 27,1 que estarán mejor.
De cara a los meses por venir, el empleo, según evidenció la encuesta, es la principal preocupación: 25,3 por ciento de los encuestados cree que disminuirá poco, mientras que el 44,2 por ciento considera que disminuirá mucho.
En lo que respecta a las redes de cuidado, la encuesta mostró una preocupante tendencia respecto a la manera en la que los oficios del hogar se han sobrecargado en mayor medida sobre las mujeres. En las rutinas diarias, al comparar el escenario previo a la pandemia con el actual, el incremento fue de un 38 por ciento para las mujeres, y 23,5 por ciento para los hombres.
El panorama que configuran los resultados de la encuesta no es alentador. Y es aun más preocupante en un eje como el de la seguridad alimentaria. Este refleja que el 23,4 por ciento de los hogares que antes de la cuarentena consumían tres o más comidas al día ahora pueden consumir solo dos. Si se tiene en cuenta que en las áreas en que se hizo la encuesta hay 7,8 millones de hogares, la conclusión es que en 1,6 millones de hogares se dejaron de consumir las tres comidas diarias.
Millones de colombianos están dejando de comer como consecuencia de las afectaciones en su ingreso. Se trata, por supuesto, de una consecuencia de la pandemia, pero lo es también, en buena medida, un resultado de las medidas adoptadas por el Gobierno para atender el choque económico. En este sentido, el foco debe estar puesto en la destrucción de más de 5 millones de empleos desde el inicio de la emergencia –una circunstancia a la que contribuyó la decisión consciente del ministerio de Hacienda de no subsidiar las nóminas, a pesar de tener el dinero para hacerlo–.
Hoy el país registra una tasa de desempleo de 20,2 por ciento, 9,5 puntos porcentuales más que el mismo mes de 2019. Los hechos están demostrando que las decisiones no fueron las correctas, y que la opción de jugársela principalmente por brindar créditos a las empresas fue errada, como se advirtió desde el inicio de la emergencia.
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