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Iván Duque: menos gasto social o más deuda

¿Cuál es el objetivo (o los objetivos) de las propuestas que en materia tributaria y de gasto público les ofrece Iván Duque, candidato presidencial por el Centro Democrático, a los colombianos en general y a sus posibles electores en particular? ¿Son claros esos objetivos? ¿Qué tan viables son las propuestas que buscan cumplirlos?

El candidato presidencial en su página oficial propone 162 iniciativas que se agrupan en nueve categorías: Seguridad, Justicia, Educación y Cultura, Salud, Familia, Empleo, Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), Medio Ambiente y Agro (así aparece). La propuesta es extensa pero no es clara. No hay un hilo conductor en la definición de las categorías, y cada una de las 162 iniciativas viene seguida por la repetición del título inicial más una serie de frases poco concretas.

Hay 14 propuestas de las 162 que tocan directamente el tema fiscal: 5 en la sección de justicia, 7 en la de empleo, 1 en la de TICs y 1 en la de agro. Estas se resumen en la tabla a continuación, en la que se incluyen los números específicos asignados a cada propuesta en la página web del candidato:


Las propuestas fiscales de Duque se pueden dividir en tres temas. El primero son los impuestos nacionales. Duque propone la simplificación del sistema tributario para personas jurídicas y naturales, acompañado del impulso a la facturación electrónica y la implementación de algoritmos computacionales de aprendizaje automático para controlar la evasión y la elusión; el establecimiento de tarifas de renta diferenciadas para las empresas, y la reducción de estas tarifas para alivianar la carga tributaria de las corporaciones; el aumento de exenciones tributarias a las empresas que generen proyectos en el sector agropecuario; el establecimiento de garantías de estabilidad jurídica para desarrollo de infraestructura hotelera y la eliminación del IVA durante seis días al año. No se registran opiniones con respecto a los impuestos verdes ni a gravar los dividendos o a las personas con más altos ingresos.

El segundo tema es el de las finanzas departamentales y municipales. Duque propone una “redefinición completa del sistema tributario territorial”, pero no explica en qué consistiría esta redefinición. Menciona la posibilidad de pagos anticipados por regalías y de mecanismos para agilizar las obras a cambio de menos impuestos, en clara sintonía con su propuesta a nivel de gobierno nacional. Pero no se pronuncia con respecto a los impuestos a los predios improductivos que sí han mencionado otros candidatos, mientras que sí menciona la posibilidad de congelar el cobro del impuesto predial.

El tercer tema tiene que ver con el gasto público. Iván Duque es el único candidato que enfatiza la reducción de los gastos estatales, lo cual ha venido haciendo desde que era senador. Dice que es necesario que el gasto del gobierno sea no sólo más eficiente sino también menor.

En esto último la retórica de Duque recuerda a la del partido Republicano de los Estados Unidos, con la que seguramente se familiarizó durante sus años en Washington. En la jerga política estadounidense existe un término para referirse a la estrategia republicana que inició con Ronald Reagan: “starve the beast”, o como quien dice, “hacer que la bestia se muera de hambre”. Para los defensores de esta estrategia, la “bestia” es el gobierno (incluyendo sus programas de apoyo al ciudadano), que con sus imposiciones tributarias amenaza a los empresarios. Para vencer a la bestia, sostienen, hay que reducir tanto los impuestos como el gasto.

El programa de Iván Duque parece asumir que los recortes en impuestos no tendrán un impacto fiscal negativo. El supuesto subyacente es que los alivios tributarios a los empresarios se traducen en un aumento más que proporcional de la contratación formal y en un aumento en la inversión, que conduce a mayores niveles de crecimiento y de recaudo. Adicionalmente, las reducciones en las exigencias tributarias a las personas naturales estimularían la demanda agregada, con lo que el círculo virtuoso se cerraría perfectamente.

Sin embargo, la cuentas no cuadran. El recaudo tributario de Colombia es modesto (20% del PIB), menor que el 34% del PIB que recaudan los países de la OCDE, cuyos niveles de vida buscamos obtener. En Colombia, así no se robaran la plata, no alcanzaría para todo lo que nos prometen los políticos. Una reducción en los impuestos implica una de dos cosas: reducir un gasto social ya precario, o aumentar la deuda. A menos que Duque nos muestre un programa más detallado y con cifras precisas, nuestra conclusión es que su propuesta nos va a llevar a uno de estos dos escenarios.

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