Hacer una reforma tributaria en Colombia es necesario. Sin embargo, como lo dijimos semanas atrás, lo importante no es el qué, sino el cómo.
En medio de las movilizaciones ciudadanas que vive el país –y que cobraron el proyecto de reforma tributaria presentado en abril por el Gobierno–, el diálogo –entendido como la posibilidad de sentarnos entre ciudadanos, académicos, actores políticos y sector privado a concertar cuál es el mejor camino para avanzar como sociedad– ha sido uno, aunque no el único, de los damnificados.
Superar la peor crisis económica de nuestra historia es un asunto que nos importa a todos. Por eso, le presentamos al país una propuesta académica de reforma tributaria.
Esta propuesta de proyecto de ley, que no toca el IVA ni sube impuestos al consumo, plantea cómo recaudar cerca de 20 billones de pesos –seis más de lo planteado por el ministro de Hacienda.
Buscamos que este articulado constituya una base para el debate público acerca de cuáles deben ser las líneas de la nueva reforma tributaria. Se trata, además, de un insumo argumentado y con cuentas explicadas. Adicionalmente, las fuentes de financiación propuestas están plenamente explicadas y soportadas.
La propuesta parte de la base de que propósitos como la ampliación de la base gravable, aunque deseables, no son propicios en un momento en el que la prioridad es estimular el consumo y cuidar el bolsillo de las personas.
Otro de los objetivos del proyecto es aumentar los impuestos al capital. Como se recordará, mediante la reforma tributaria de 2018 el Gobierno les entregó a los grandes capitales del país exenciones tributarias que abrieron un hueco de 9 billones de pesos en las cuentas públicas.
Contrario a lo que se cree, aumentar impuestos al capital no implica recargarse en las empresas. De hecho, la propuesta busca apoyar a pequeñas y medianas empresas. En el retirado proyecto de reforma tributaria, el Gobierno había propuesto una sobretasa temporal de 3% para pequeñas, medianas y grandes empresas. Nosotros planteamos que no se adopte este tipo de medidas temporales.
Por el contrario, la idea es aumentar los impuestos en las personas naturales que, por su nivel de ingresos, hacen parte del top 1%; 0,1%; 0,01% y 0,001% de las personas más ricas del país.
Hay una línea roja muy clara: ningún trabajador o pensionado que gane menos de 6 millones de pesos al mes pagaría más en impuestos –tampoco pagaría más por los bienes y los servicios que consume–.
Entonces, ¿cómo concentrar ese nuevo recaudo en las personas con mayor capacidad de contribución? Esto se logra mediante nuevas tarifas, pero sobre todo gravando los dividendos y las ganancias ocasionales igual que el trabajo –es decir, que el sueldo de las personas–. Contrario a lo que se cree, para las personas más ricas del país los dividendos son una fuente pequeña de ingreso. Así lo registró, por ejemplo, el informe de la Comisión de Expertos Tributarios convocada por el Gobierno, el cual analizamos en este documento.
Una parte sustancial de los ingresos que reparten las empresas para estas personas se da a través de ganancias ocasionales. Es decir: en vez de entregarles dividendos a los accionistas, la empresa recompra sus propias acciones. En el fondo es lo mismo –se reparten utilidades–, pero los impuestos que se pagan son diferentes, puesto que las ganancias ocasionales tributan menos que los dividendos.
Contrario a lo que podría pensarse, esta no es una propuesta que se esté considerando solamente en nuestro país. En Estados Unidos, por ejemplo, se está planteando que los dividendos y las ganancias ocasionales - capital gains - tributen a tasas iguales que los ingresos salariales. Este es un debate muy pertinente con miras a garantizar la progresividad del sistema tributario colombiano.
Como señalamos anteriormente, el objetivo es darles la mano y no ahogar a las empresas. Sin embargo, se plantean fuentes de recaudo a partir de su actividad. Por ejemplo, se propone eliminar no las zonas francas –una figura importante y valiosa–, pero sí la tarifa especial del impuesto de renta de la cual gozan actualmente. Esto permitiría un recaudo de 0,6 billones de pesos.
También se plantea la eliminación de rentas exentas en el impuesto de renta a las empresas –una propuesta planteada por la Comisión de Expertos en beneficios tributarios que no fue acogida en el proyecto de reforma tributaria retirado por el Gobierno–. Con esto se obtendrían 2,1 billones adicionales.
Por otra parte, se obtendrían 5,3 billones de pesos con la eliminación del descuento del Impuesto de Industria y Comercio, también conocido como ICA.
Como se desprenderá de la lectura de la propuesta de reforma tributaria que estamos planteando, quedaron por fuera de esta temas relacionados como impuestos verdes –como el impuesto al carbón o incrementos progresivos más fuertes al del carbono–, así como impuestos saludables –es decir, a la comida ‘chatarra’ y a las bebidas azucaradas–. La razón es que existe un consenso relativamente amplio acerca de la conveniencia de introducir los tributos que proponemos más no necesariamente en otros, y optamos por concentrarnos en los temas de consenso nacional para sacar adelante la reforma que el país requiere para financiar el gasto social.
Como anotamos antes, la idea es que esta sea la base para una discusión informada y con argumentos de peso.
Contrario a lo que estos días de agitación plantean, es posible tener un debate amplio, sin presiones ni urgencias que lleven al país a tomar decisiones erradas. Y, lo que es aún más importante: esta reforma abre la oportunidad de pensar a mediano y largo plazo la política fiscal del país, sin caer en medidas cortoplacistas que nos tengan, a la vuelta de quince o veinte meses, discutiendo sobre una nueva reforma tributaria por venir.
Nuevamente los invitamos a conocer la propuesta y a comentarla. Está a disposición de todos. Que comience el debate.
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