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La propuesta del día sin IVA

Recientemente se anunció, por parte de la bancada del Gobierno en el Congreso de la República, la radicación (en próximos días) de un proyecto de ley que materializará una de las promesas de campaña del presidente: la implementación de varios días al año en los que no se cobraría el IVA. La controversial propuesta ha tenido voces a favor y en contra, por lo que vale la pena analizarla cuidadosamente.

Según información dada a los medios de comunicación, cada 4 meses se implementaría un día en el cual no se cobraría el IVA, siendo la fecha escogida aleatoriamente y para ciertos productos. La idea sería que, por medio de esta medida, se incentive el consumo de los bienes sobre los cuales recaiga la misma y se impulse el uso de tarjetas de crédito y débito, dado que se está pensando en que solo aplique este descuento en las compras realizadas con dichos medios de pago. Adicionalmente, se buscaría aliviar la carga tributaria de los hogares de menores ingresos, ya golpeada por una tarifa del IVA de 19%.

¿Cuáles serían los efectos de la medida? En cuanto a la carga tributaria y el recaudo, el pago anual en IVA de los hogares no tendría una reducción drástica, dado que apenas serían 3 días de 365 los que tendrían el beneficio. Suponiendo que las compras de esos días se mantuvieran constantes, y que el descuento se aplicara a todos los productos, el total del IVA pagado durante los doce meses del año bajaría en tres 365avas partes. Visto de otra manera, es más o menos el equivalente de si el IVA bajara permanentemente del 19% al 18,84%. Se recaudarían unos 0,45 billones de pesos menos al año, cuando el recaudo total del IVA supera los 55 billones al año. Aun suponiendo que durante los días sin IVA el consumo de los hogares se duplicara en vez de mantenerse constante, sería equivalente a una reducción permanente del IVA a un 18,6% (una reducción en el recaudo de cerca de un billón de pesos). Pero como, además, la propuesta es que las exenciones sean sólo a algunos productos y sólo para pagos hechos con tarjetas de crédito o débito, el impacto fiscal sería menor que esto. En realidad, la medida no le hace mucha mella al IVA del 19%.

Algunos estudios muestran que este tipo de medidas no necesariamente han beneficiado a la población de menores ingresos. Agarwal, Marwell & McGranahan (2017), en el caso de exenciones particulares realizadas en Estados Unidos específicamente para útiles escolares en época de volver al colegio, no hallan evidencia de que las personas con restricciones de liquidez y/o de bajos ingresos se hayan beneficiado más que otros grupos de mejores condiciones, si bien el consumo de ese tipo de bienes sí aumentó en el agregado. Otro análisis sobre esa medida (Ross & Lozano, 2017), aunque con otros datos, señala que la mayoría de compradores no tenía hijos y sus ingresos eran altos, lo que constituye un problema de focalización.

Otros análisis, como el presentado por Tax Foundation (2019), concluyen que con este tipo de medidas no se promueve el crecimiento económico y se generan ahorros pequeños a población de menores ingresos, pero grandes a hogares con mayores ingresos (aunque esta crítica podría aplicar a cualquier tipo de exención de un impuesto a las ventas).

Si se quisiera implementar un esquema similar en Colombia, debe diseñarse de tal forma que se blinde ante el lobby de las industrias interesadas en obtener los beneficios del día sin IVA en la comercialización de sus productos. Surgen preocupaciones como, por ejemplo, quién escogería qué productos tendrían el descuento, cuál sería el criterio técnico para hacerlo, y cómo se informaría a los consumidores sobre las fechas y productos objeto de la medida.

Un aspecto que vale la pena tener en cuenta, y que no se ve reflejado en los estudios hechos en Estados Unidos debido al alto grado de formalidad de esta economía desarrollada, es que en el contexto colombiano los días sin IVA pueden servir como instrumento de lucha contra la evasión de este impuesto. En Colombia sería positivo que hubiera un incentivo a la utilización de tarjetas de débito y crédito como el que se prevé en el proyecto, dado que permitiría un seguimiento más riguroso a las transacciones comerciales, lo que podría llevar a una menor evasión del impuesto, y por lo tanto a un mayor recaudo.

Además, el día sin IVA podría impulsar la formalización de pequeños y medianos comercios, una de las trabas que tradicionalmente ha tenido la utilización masiva de servicios financieros formales en el país. Así, una estructuración adecuada de este tipo de incentivos podría redundar en beneficios en materia de formalización en la economía. Para poder entender bien estos beneficios, es indispensable que el diseño del día sin IVA incorpore desde su aprobación los elementos necesarios para una evaluación de impacto robusta, con el fin de determinar con mayor certeza sus efectos sobre el bienestar de la población y el recaudo tributario.

En suma, el día sin IVA es una iniciativa con pros y contras. Hay que tener en cuenta que no representa un alivio tributario sustancial si se le compara con la carga tributaria actual a la que se enfrentan los consumidores, y que el beneficio tributario puede terminar recayendo sobre consumidores de recursos relativamente altos, que son quienes utilizan más frecuentemente tarjetas de débito y de crédito. Pero también tiene el potencial de dar un estímulo a las transacciones con estos medios de pago, reduciendo así la evasión de uno de los impuestos que más ingresos le genera al Estado colombiano.

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